El Juvenil A se reencuentra con la victoria en su visita al difícil campo del Aravaca en un partido en el que supo reponerse hasta en dos ocasiones de un marcador adverso para llevarse los tres puntos con el encuentro a punto de expirar.
Tras el empate cosechado la semana anterior frente al San Fernando “B” en casa, la cita de este ocho de marzo aparecía marcada en rojo en el calendario, frente a un Aravaca que pese a un dubitativo inicio de temporada vienen demostrando personalidad de sobra para amargar la tarde a cualquiera de los equipos de la categoría.
El encuentro comenzó de cara para el equipo colmenareño que salió al campo con la actitud perfecta para la ocasión, creando ocasiones desde prácticamente el primer balón como en una terrorífica combinación entre Carlos Forcano y Ventura en la que el remate del extremo colmenareño pasó a centímetros del marco local. Pocos minutos después, Adrien dispuso de una magnífica ocasión de cabeza tras el saque de una falta lateral por parte de Botey, a modo de teaser tráiler de lo que vendría en la segunda parte (hasta ahí puedo leer) y el propio Botey sacó de la chistera otro magistral lanzamiento de falta que puso el uy en la boca de la parroquia visitante y el ay en las filas del Aravaca. Pero el equipo anfitrión sorteaba esos envites del destino y comenzó poco a poco a encontrar su sitio en el terreno de juego, aumentando su cuota de protagonismo hasta que cuando apenas restaban instantes para la finalización del primer acto, convirtieron un robo en mediocampo en el primer tanto del encuentro, dejando cariacontecido a los franjirrojos quienes habían mantenido la portería de Dani en Modo Seguro durante prácticamente todo el primer acto. Pero ya hemos dicho aquí en alguna ocasión que el deporte no trata tanto sobre quién merece, sino más bien sobre quién hace.
Pero también trata de decisiones. Y en, quien sabe si en el momento clave de la temporada, el Colmenar decidió hacer lo que tenía que hacer. Todos ellos, los presentes en el campo, en el banquillo y la poblada presencia colmenareña en la grada del Estadio Antonio Sanfiz. Sin prisa pero sin pausa, el Colmenar comprobó que la línea de la primera parte era la correcta y decidió seguir creciendo en el encuentro, y tras una falta lateral al incisivo Ventura, Alex Gil servía un balón en bandeja de plata para que Adrien rematara un cabezazo que hubiera firmado un tal Carlos Alonso Santillana, marcando los tiempos perfectamente en el segundo palo y conectando un cabezazo inapelable a la red que servía para poner el empate.
El tanto sirvió para dos cosas, que le entraran las primeras dudas al Aravaca y destapar una caja de pandora en la que estaba claro que al partido le quedaban mil cosas por pasar. Y vaya si quedaban cosas por pasar. Para no convertir esta crónica en la nueva edición de la Espasa-Calpe les diremos que acto seguido Kike fue objeto del penalti que hubiera supuesto el 1-2 pero el meta local lo detuvo, que en lugar de eso, fue el Aravaca el que puso el 2-1 en el marcador, que cuando estuvo a punto de llegar el 3-1 lo que ocurrió fue que Jerez sacó un balón en la línea de gol y Uge obró un par de milagros, que Portillo entro al campo en el minuto 81 y en su primera jugada sobre el césped, peinó de manera imperial otro espectacular saque de falta de Gil.
Y que con el encuentro ya en tiempo de descuento, con las fuerzas flaqueando en ambos conjuntos, ocurrió. Kike, convertido ya en quebradero de cabeza para la defensa blanquiazul, fue objeto de una falta lateral. Y con sus compañeros en el área, el banquillo en tensión (que viene, que viene) y los franjirrojos de la grada conteniendo el aliento, Alex Gil lanzó la falta. De nuevo magistralmente, hasta sonó peligroso el golpeo.
Y fue gol. Golazo por lo emotivo de todo. Y fue una explosión de alegría para un equipo al que el fútbol le volvía a guiñar el ojo.
Y, hoy, recompensó el soberbio trabajo bajo palos tanto de Uge como de Dani, los kilómetros y desdobles de Botey y Pablo Arroyo por banda, asi como la encomiable labor en la retaguardia de Leles, Adrien, Jerez y Portillo, pilares del castillo, el trabajo en ocasiones sordo pero siempre imprescindible de Iván, Diego y Cristian, la verticalidad de Ventura y Kike, la tenacidad de Lillo, y el desgaste sin límites del máximo goleador Carlos Forcano.
Y, si lo dijimos tras una derrota y tras un empate, este cronista no se resiste a ponerlo tras ser testigo directo de la victoria de un equipo que se dejó el alma en el campo hasta lograr la victoria en un campo complícadísimo. Que se dejó el alma desde el minuto 1 al 95.
#YoNoMeRindo
